jueves, 19 de julio de 2012

Esto NO es un bolso!



Yo iba camino al cine cuando lo vi en el centro de una vitrina, con la luz del reflector apuntándole directamente. Era una aparición  de irresistible encanto. Frené en seco, me acerqué al vidrio y supe que ese era EL BOLSO.

Entré a la tienda con paso firme hasta al estante a mano izquierda, la dependiente me miró con sospecha antes de preguntarme “¿En qué puedo ayudarla?” algo balbuceé pero ya no recuerdo. 
Yo agarré el bolso con las dos manos y lo sostuve frente a mis ojos por un rato que a ella debió parecerle eterno. Abrí y cerré el zipper, me lo colgué del brazo derecho y simulé caminar  frente al espejo, lo analicé centímetro a centímetro y en cuestión de dos minutos ya me había decidido. “Empáquemelo ya y cóbreme, antes de que me arrepienta” con una sonrisota le dije a la dependiente que sólo parpadeaba, mientras yo metía mi mano hasta el fondo del bolso, removiendo el papel periódico de relleno. 
Ella sonrió, caminamos hasta la caja y fue ahí donde me dijo “¿Está compulsiva, verdad?” Grave error.

Estimada dependiente, déjeme explicarle que usted puede decirle a una cliente todo lo que se le ocurra, por ejemplo que se ve gorda con eso que escogió, que la tarjeta le sale denegada, que  la minifalda strecht  viene en talla única o que cierran la tienda en dos minutos… Nada de eso va a hacer que su cliente-a  dude sobre la necesidad real que tiene de llevarse ese objeto de, muchas veces, deseo fugaz. Pero decirle com-pul-si-va a una mujer a punto de pagar un bolso,es de lo más tarado que puede hacer.

En ese momento pensé que tenía dos opciones: la primera era darme por aludida, cederle esa partida a la sensatez  y salir de la tienda con las manos vacías, en nombre de la madurez y el ahorro. 

La segunda opción fue más emocionante porque requería de mucho valor y mi cara de póker, entonces muy digna le dije a la dependiente “Voy a pagarle en efectivo, gracias.” 
Y así fue como salí de la tienda con la frente en alto.

Cada vez que me lo ven puesto y me lo piropean, me entran ganas de gritar ¡Esto NO es sólo un bolso! Es un símbolo de solidaridad con todas esas mujeres que compramos por amor a primera vista, las que le hablamos a las páginas de las revistas, las que saludamos a un par de zapatos desde la vitrina, mientras esperamos que llegue la próxima quincena!!

 Está bien, no. No soy tan cursi. Pero sí me chocó muchísimo la palabra com- pul- si- va  y si no hubiera sido por mi locura con el coral, a esa mujer se le hubiera caído la venta. 
¿O no?



Mientras ustedes reflexionan, mi bolso y yo nos vamos para la playa. 
Espero que tengan un fin de semana súper divertido!






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